
"Yo viajo para ser otra vez niño"
Javier Reverte (Madrid, 1944) es un escritor de culto para los amantes de los libros de viajes, pero no todo el mundo sabe que es también novelista. Incluso él se considera novelista antes que autor de relatos de viajes, pese a que tiene buena parte de culpa de que este tipo de literatura haya resurgido en España en los últimos años. Reverte ha viajado mucho, unas veces por su profesión de periodista, por su amor por vivir historias y conocer gente, por desnudar lugares evocadores o por otras razones de las que nos da alguna pincelada.
Sus cuadernos de notas viajan incansables con usted. ¿Qué ha escrito más en ellos, sinsabores, vida…?
JR.- Uso los cuadernos de notas para lo que sirven: para tomar notas sobre lo que veo, lo que escucho y lo que pienso. Sin ellos no viajo.
¿Qué dogmas debemos romper para viajar sin complejos, con qué mirada tenemos que acercarnos a Gide, Greene o Chatwin para lograrlo?
JR.- El primer dogma que hay que romper es la existencia misma del dogma. En cuanto a Gide, Greene y Chatwin, son escritores muy diferentes. Me gustan los dos primeros; Chatwin, muy poquito.
Huir de la monotonía, deseo de conocer otras culturas, escapar de nuestros miedos… ¿Es posible conciliar todo eso con la curiosidad y el afán por acercarnos a la vida de otra gente?
JR.- Pues claro que sí. Los motivos del viaje son siempre diversos, como nuestros sentimientos y nuestros gustos.
"Ya nunca nos volveremos a ver en nuestra vida", le dijo una señora en el Amazonas al despedirse. ¿Qué siente cuando deja atrás nuevos amigos?
JR.- Una melancolía infinita, porque sé que no volveré a verlos. Lo que me dijo esa mujer fue una de las frases más terribles que nunca he escuchado.
¿Qué es el tiempo para usted?, ¿cómo lo detiene?
JR.- El tiempo es inexorable, una fuerza muda, ciega e insensible. Como una bacteria que te devora y al final te mata. Intento detenerlo viajando y escribiendo. Pero me vence.
¿Cuál es el proceso por el que en un viaje se transporta a la niñez?
JR.- Pues simplemente se trata de hacer lo que querías hacer cuando eras un niño. Yo viajo para ser otra vez niño.
¿Cuánta bondad ha encontrado en el camino?
JR.- Muchísima. La mayor parte de la gente quiere ayudarte cuando viajas solo.
¿Qué es la soledad? ¿Y los sueños?
JR.- La soledad puede ser un placer y también una tortura. A mí me gusta, la verdad, quizás porque no tengo demasiada. Los sueños son una forma de sobrevivir.
¿Qué supone para usted el final de un viaje?
JR.- Supone una especie de resaca. Me gustaría que no hubiese final.
La metáfora y el cinismo de la vida nos asaltan en África, en muchos lugares de Asia, del centro y sur de América. ¿Cómo soportar las pesadillas?
JR.- La mejor forma de enfrentarse al horror es mirarlo a la cara y combatirlo como cada uno pueda. Yo, con la pluma.
Es usted crítico con la figura del que se disfraza de 'pescador de truchas'. ¿Qué recomienda para dejar de lado ese personaje que a veces llevamos dentro?
JR.- Eso es una broma que gasto de cuando en cuando, porque opino que cada uno debe de vestirse como le de la gana, ya que se trata de un hecho que no hace daño. En cuanto a llevar dentro ese personaje y combatirlo, no sé que decir: yo no lo llevo, no necesito pelearme con él.
¿Qué poemario llevaría a su viaje más largo?
JR.- La Odisea, desde luego.
Javier Reverte (Madrid, 1944) es un escritor de culto para los amantes de los libros de viajes, pero no todo el mundo sabe que es también novelista. Incluso él se considera novelista antes que autor de relatos de viajes, pese a que tiene buena parte de culpa de que este tipo de literatura haya resurgido en España en los últimos años. Reverte ha viajado mucho, unas veces por su profesión de periodista, por su amor por vivir historias y conocer gente, por desnudar lugares evocadores o por otras razones de las que nos da alguna pincelada.
Sus cuadernos de notas viajan incansables con usted. ¿Qué ha escrito más en ellos, sinsabores, vida…?
JR.- Uso los cuadernos de notas para lo que sirven: para tomar notas sobre lo que veo, lo que escucho y lo que pienso. Sin ellos no viajo.
¿Qué dogmas debemos romper para viajar sin complejos, con qué mirada tenemos que acercarnos a Gide, Greene o Chatwin para lograrlo?
JR.- El primer dogma que hay que romper es la existencia misma del dogma. En cuanto a Gide, Greene y Chatwin, son escritores muy diferentes. Me gustan los dos primeros; Chatwin, muy poquito.
Huir de la monotonía, deseo de conocer otras culturas, escapar de nuestros miedos… ¿Es posible conciliar todo eso con la curiosidad y el afán por acercarnos a la vida de otra gente?
JR.- Pues claro que sí. Los motivos del viaje son siempre diversos, como nuestros sentimientos y nuestros gustos.
"Ya nunca nos volveremos a ver en nuestra vida", le dijo una señora en el Amazonas al despedirse. ¿Qué siente cuando deja atrás nuevos amigos?
JR.- Una melancolía infinita, porque sé que no volveré a verlos. Lo que me dijo esa mujer fue una de las frases más terribles que nunca he escuchado.
¿Qué es el tiempo para usted?, ¿cómo lo detiene?
JR.- El tiempo es inexorable, una fuerza muda, ciega e insensible. Como una bacteria que te devora y al final te mata. Intento detenerlo viajando y escribiendo. Pero me vence.
¿Cuál es el proceso por el que en un viaje se transporta a la niñez?
JR.- Pues simplemente se trata de hacer lo que querías hacer cuando eras un niño. Yo viajo para ser otra vez niño.
¿Cuánta bondad ha encontrado en el camino?
JR.- Muchísima. La mayor parte de la gente quiere ayudarte cuando viajas solo.
¿Qué es la soledad? ¿Y los sueños?
JR.- La soledad puede ser un placer y también una tortura. A mí me gusta, la verdad, quizás porque no tengo demasiada. Los sueños son una forma de sobrevivir.
¿Qué supone para usted el final de un viaje?
JR.- Supone una especie de resaca. Me gustaría que no hubiese final.
La metáfora y el cinismo de la vida nos asaltan en África, en muchos lugares de Asia, del centro y sur de América. ¿Cómo soportar las pesadillas?
JR.- La mejor forma de enfrentarse al horror es mirarlo a la cara y combatirlo como cada uno pueda. Yo, con la pluma.
Es usted crítico con la figura del que se disfraza de 'pescador de truchas'. ¿Qué recomienda para dejar de lado ese personaje que a veces llevamos dentro?
JR.- Eso es una broma que gasto de cuando en cuando, porque opino que cada uno debe de vestirse como le de la gana, ya que se trata de un hecho que no hace daño. En cuanto a llevar dentro ese personaje y combatirlo, no sé que decir: yo no lo llevo, no necesito pelearme con él.
¿Qué poemario llevaría a su viaje más largo?
JR.- La Odisea, desde luego.
(Autor: Guillermo Piernavieja
Publicado en Cruza la Línea)
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