María Teresa es mi santa madre y esta receta es cosa suya. La sopa se hace en unos pocos minutos, es muy sencilla y para el frío del invierno en la noche de las tierras zamoranas es gloria bendita. A mi abuela le encantaba que mi madre se la hiciera para cenar en Semana Santa o en alguna noche así de frío contundente. Es un buen recuerdo asociarlo.
Hace tiempo fui de viaje a León un mes de febrero. Estaba solo y después de dar un buen garbeo por el Barrio Húmedo llegó la hora de cenar. Mi mujer había estado tiempo atrás y me recomendó que fuera a un restaurante que se llama la Bodega Regia. Allá que me encaminé. Como digo, estaba solo y era momento de darme un homenaje con un par. Eché un vistazo a la carta y lo tuve claro: pedí al camarero una sopa de ajo de primero, una cazuela de callos de segundo y una botella de vino del Bierzo. ¡Cómo me puse Dios mío, cómo lloré de gusto! Ese cenote tengo que repetirlo algún día. Luego me fui dando un paseo para ir a dormir al Parador y, creo, los ronquidos que pegué aquella noche aún resuenan entre los muros donde estuvo encerrado Quevedo.
No me quiero desviar, ahí va esa brutal sopa de ajo de mi madre!
Ingredientes (4 personas)
Un litro y medio o dos litros de agua
Cuatro dientes de ajo
Una barra de pan duro
Dos buenas cucharadas de pimentón (dulce o picante, da igual)
Sal
Dos cucharadas soperas de aceite
Un puñado de cominos
Elaboración
Lo primero es machacar los cominos en un mortero y así los tenemos preparados para cuando toque añadirlos. También dejamos el pan duro cortado en rebanadas finas.
En una cazuela amplia se pone el aceite y cuando esté templado (sin humear) se echan los ajos. Teniendo cuidado para que no se quemen, porque de lo contrario amargarían un poco la sopa, cuando los ajos estén doraditos se añade el pimentón y se dan unas vueltas para que no se queme –también amargaría- y rápidamente se añade ya el agua, la sal y el comino machacado.
Se deja que hierva sólo unos cinco minutos; se apaga el fuego y se añade el pan. Se deja unos segundos que se cueza y ya tenemos la que para mí es una de las mejores sopas de este mundo.
También se le puede añadir huevo o jamón. Si se echa jamón, se fríe lo primero con los ajos.
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