5/12/08

Nuevo libro



El País-Aguilar acaba de publicar el último libro de Martín Berasategui, un valioso recetario, muy completo, al alcance de personas que no tienen conocimientos de cocina o de los que se lo toman en serio y ya se atreven con virguerías. Yo lo he hojeado y me ha sorprendido porque, no sé, esperaba recetas más complicadas y con nombres incomprensibles y no, va al grano, platos de todo tipo muy sencillos y con ingredientes que a veces tenemos en casa y no sabemos cómo darles salida o cómo hacerlos bailar juntos. Y los precios de los platos son asequibles, muy importante. La presentación está muy bien cuidada y con imágenes de cada plato y los pasos a seguir. Y pequeños trucos para rendondear la receta.

En la presentación del libro Berasategui recuerda que “es importante poner en orden la cocina de base, ya que constituye el pilar sobre el que más adelante se podrán construir preparaciones algo más ambiciosas”. Muy bien, hay que empezar desde abajo, pelando bien la cebolla. También dice: “Imaginemos ahora que cada día pueda ser una pequeña fiesta en la mesa”. Imaginado, pero me gustaría que todos los días hubiera una gran fiesta en la mesa.

La fotografía es de Óscar Gallardo/ENFOQUE REPORTAJES

Serpiente ciega


Hace unos meses un equipo de científicos ha descubierto esta serpiente ciega en Honduras, en un lugar remoto. Me encanta porque la serpiente me parece preciosa y porque siempre me han atraído los descubrimientos científicos. También por el hecho de que a estas alturas se encuentren ejemplares así en países como Honduras, lo que quiere decir que el animal ha logrado sobrevivir al paso de miles de años y que esa tierra es un manantial de biodiversidad por descubrir.

Es un hallazgo notable, aunque para mucha gente sea más importante tener unos minutos de gloria en Gran Hermano o DEC.

Es la serpiente ciega más grande de Mesoamérica (es la zona que abarca una parte del sur de México y una parte de varios países centroamericanos) y la han hallado en el Parque Nacional de Santa Bárbara; mide 371 milímetros de largo, muy superior a la media de 170 milímetros de serpientes del mismo género, según la información de La Tribuna, periódico del que he tomado la foto.

Lo que no me queda claro de la información es que la serpiente fue encontrada el pasado mes de febrero (aunque se ha divulgado mucho después), pero parece que tiempo después ha sido encontrada muerta en una carretera en una zona rural. O es que directamente ya la encontraron muerta. Lástima que haya muerto porque es una joya única para los herpetólogos, de momento no han encontrado más en esas montañas.

1/12/08

El blog de Paco Berciano


Tampoco conozco a Paco Berciano pero me cae bastante bien. Llevo siguiendo su blog sobre el mundo del vino desde que empezó hace casi un año y a lo tonto lo he ido dejando y no le había dedicado un triste post.

Según cuenta tiene en Burgos una tienda especializada en vino desde hace veinte años y colabora con medios de comunicación también desde hace mucho. Este mundillo no debe tener secretos para él y los comparte de forma cuidada y elegante, hasta sus comentarios con los lectores son elegantes a pesar de que siempre hay algún sembrado que se mete en el blog para incordiar. Y me gusta porque no se recrea en sí mismo.

Paco comparte con los que le seguimos su pasión por los vinos franceses y españoles, comenta catas de todo tipo, explica las diferencias de terrenos, el grado, las cartas de vinos, historia de vinos y denominaciones, no sé, bastante de todo y muy acertado. He contactado con él para conocerle en Burgos, espero que en breve, y se ha mostrado muy dispuesto, muy cercano.

Por si aparte de mis familiares más cercanos hay algún ingenuo que me sigue, la dirección del blog de Paco Berciano es (la foto la he tomado de su blog):

http://blogs.20minutos.es/descorchevinos/

¡Qué cocido!

Ayer obtuve mucho placer: mi madre hizo un cocido de saltarse las lágrimas, de los de antes. Esa sopita con sabor auténtico y todo lo demás: su chorizo, tocino, morcillo, huesos de codillo, garbanzos... con un Estancia Piedra etiqueta roja de 2003. Repetí dos veces. Mi colesterol (malo) y otros clubes en los que estoy a punto de ingresar lo agradecieron, pero que me quiten lo bailao, la comida es lo primero en esta vida, porque mal alimentado (o cebado) no vale la pena.

Mi madre, contenta por verme disfrutar; mi mujer, un poco preocupada por verme ingerir en ese plan; y mi gatita, sin entender por qué ese tío regordete no se mueve. Y yo, cojonudo.

Después de un cocido como el de ayer veo a la gente más alta, más rubia y más guapa, incluso a mí mismo. ¡Gracias madre!

Por cierto que también el sábado comí P.M.: mi suegra hizo un marmitako como hacía tiempo que no había tomado. Así que hoy lunes me noto unas redondeces y abultamientos que no me explico de dónde salen.

21/11/08

Siete meses de gatita


Cómo pasa el tiempo, es tremendo. Nuestra gatita ha cumplido ya siete meses y casi fue ayer cuando llegó a casa. Era sólo una bolita de pelo, cuando estaba dormida no se sabía si enseñaba cara o culo. Y aquí está, convertida desde el primer día en la reina, y nosotros encantados.

17/11/08

Bagur


Nuestra calita preferida, Sa Tuna, en Bagur (Gerona). Un día me animaré y hablaré del pueblo y sus alrededores, pero de momento sólo quiero evocar este rincón y el reposo que produce en el alma.

La web de Pepe Iglesias


No recuerdo cómo descubrí su web pero fue todo un acierto. Pepe Iglesias es un tipo al que no tengo la suerte de conocer pero que me cae bien por dos razones: porque le encanta la Comida, con todas sus letras; y porque hace varios meses le pedí consejo y le invité a que echara un vistazo a este blog y me contestó de inmediato. Yo agradezco ese detalle, cosa que por ejemplo no se dignó a hacer Carlos Maribona, a quien admiro a pesar de que nunca me respondió –fui su alumno durante un año en Periodismo-.

Pero volviendo a Pepe Iglesias, me encanta su página porque es limpia, precisa y contundente. Tiene multitud de recetas maravillosas, tanto tradicionales como modernas y de otras culturas; ofrece comentarios y exposiciones rotundas sobre mil vicisitudes de la cocina que en otros lugares no se dan; sus explicaciones sobre vinos están al margen de lo comercial y, por tanto, sólo se debe a su criterio y a lo que le gusta; por su profundo conocimiento del medio –ser cocinero y criarse entre fogones le permite conocer como Dios manda hasta los entresijos más sutiles-; porque es un crítico serio; porque aprendo de él.

Merece mucho la pena. Su dirección es:

http://www.enciclopediadegastronomia.com/

13/11/08

Fabadita para mi hermano

Mi hermano es cojonudo y entre sus muchas virtudes, que las tiene, es un gran gastrónomo y entendido en muchos vericuetos de la cocina y del vino. Le tiraría flores durante días y meses porque se lo merece, pero hoy no es el caso, lo que sí quiero decirle es que tiene un defectillo: le cuesta un pelín meterse en la cocina, aún no sé bien la razón.

Por eso esta receta se la dedico, porque si no se atreve con la fabadita que le propongo, ya no sé qué hacer. Si yo he hecho este plato y me ha quedado de llorar, tú también, y mejor.

Ingredientes

3/4 kilo de judías blancas de las buenas
4 atados de chorizo toresano
Un buen trozo de tocino
2 ó 3 huesos de jamón hermosos
Una cebolla entera, con su casco
3 dientes de ajo sin pelar
2 hojas de laurel
Un buen pellizco de sal
agua

Elaboración

La noche antes hay que poner las judías en agua. Al día siguiente, antes de empezar con el guisazo, se pone a hervir un poco el chorizo en un cazo con agua, con un par de minutos de hervor será suficiente. Así se le quita bastante grasa y no por ello el chorizo perderá propiedades. También se le puede echar morcilla pero a mí me gusta más sin ella, para mi gusto desvirtúa bastante el sabor.

Y ya estará todo listo para empezar: en una olla bien grande se ponen las judías lavadas y todos los ingredientes. Se cubre bien con agua y al fuego. Queda mucho mejor si se tiene varias horas al fuego cociendo lentamente, dependerá bastante de cómo es la judía (procedencia, el tamaño, si es nueva). Lo único que hay que hacer es desespumar de vez en cuando y mover la olla con movimientos giratorios, nunca introduciendo la cuchara porque la judía es muy delicada y se rompe.

Lo mejor es ir probando el guisote para ver si necesita más agua, corregir un poco de sal y si siguen duras las judías. Si al final queda muy aguada, se sacan unas judías, se aplastan y se vuelven a introducir para que espese, moviendo la olla. Con suerte, cuando la fabadita ya esté hecha llevaremos un buen plato en el estómago a base de tanto probar, je je.Y no tiene más misterio que cuidar el guiso y tener mucha paciencia. Y cuatro consejos: no comer nada antes para que nos entre más fabada; beber sólo buen vino; tener la cama lista para dormir un gran siestorro; y que nadie se acerque durante varias horas si no quiere sufrir los efectos de las detonaciones.

Chica camboyana

¿Significa este post que retomo el blog? ¿Que tengo ganas de hacer cosas nuevas? Ojalá. El caso es que me animo porque me emociona ver la cara de pena que tiene la chica camboyana que hace dos años y pico apareció después de vivir veinte años sola en la jungla. La encontraron unos leñadores cuando la pobre muchacha buscaba comida.

Casi tres años más tarde, no habla, no responde a muchos estímulos y encima en su casa y en la aldea donde vive creen que se la llevaron los espíritus. Parece que sonríe a ciertos estímulos, cosa que sorprende. Ahora tiene 28 años y vive en un mundo que desde hace dos décadas no es el suyo. ¿Y cuál es su mundo?

31/7/08

Más de tres meses ya


Nuestra nena Clotilde ya ha superado los tres mesecitos y cada vez es más guapa, cariñosa, buena, juguetona. Cada día nos tiene más locos

3/7/08

Simone Ortega

Cuando yo era pequeño creía que Simone Ortega era un hombre porque su nombre sonaba así, a ‘Simón’. Pero era una gran señora. Hace ya años la vi en una entrevista con ese aspecto tan delicado como tenía siempre y no, ha vivido 89 años.

Simone Ortega fue la autora de ‘1.080 recetas de cocina’, publicado por Alianza Editorial en 1972, un título que ha marcado a una generación de mujeres como antes lo hizo el genial de la Sección Femenina. Mi madre aún conserva una de sus primeras ediciones y hace poco lo encontré en su casa, con las páginas muy amarillas, muy gastado pero muy vivo.

Mis recuerdos son muchos de ‘1.080...’ porque desde pequeño me gustó comer y no tuve miedo a meterme en la cocina, más bien a colarme cuando no había nadie porque no me dejaban, sobre todo mi abuela, mitad por miedo a que me pasara algo siendo tan niño y mitad por la gran cantidad de ingredientes que gastaba. Con el libro de Simone Ortega aprendí a hacer una mezcla entre natillas y crema pastelera que me encantaba. Y batidos y otros postres, y con los años ya platos salados, más elaborados y entretenidos. Me gustaba el libro porque las recetas eran fáciles de elaborar y muy bien explicadas, aunque me molestaba que no tuviese ilustraciones para ver cómo me tenían que quedar los platos.

En fin, sólo quería escribir un breve post para recordar a Simone Ortega y mis años perdidos de infancia.

6/6/08

Indígenas de El Salvador

Desde que era pequeño he defendido siempre que me ha dado la gana al más débil, al que tenía más cerca, se entiende. Por regla general, he cobrado bastante por eso. No es que ahora me haya convertido en defensor de los pueblos indígenas, pero sí me parece que no se les debe tratar mal, en ningún país. A lo mejor lo digo por egoísmo, porque los tengo muy lejos.

El caso es que hace unos días leí en El Diario de Hoy, periódico de El Salvador, que tanto antropólogos como grupos indígenas dudan y recelan del Censo de Población 2007, entre cuyos resultados se indica que sólo el 0,2% de la población salvadoreña desciende de los pueblos originarios. En total, únicamente 11.488 salvadoreños declaran pertenecer a grupos indígenas, en tanto 4,9 millones de habitantes dicen ser mestizos.

Los resultados se basan en preguntas directas a la población efectuadas por Digestyc, y precisamente el estudio demográfico ofrece dudas por la propia formulación de la pregunta, que era: ‘De acuerdo a sus tradiciones, su cultura, sus ancestros. ¿Usted se considera indígena? Sí o No’. A partir de la respuesta positiva, los entrevistados debían declararse de etnia nahua, lenca, winaca, cacaopera, maya, etc.

Carlos Benjamín Lara, coordinador de la Licenciatura en Antropología Cultural de la Universidad de El Salvador, que participó en las reuniones previas a la formulación de las preguntas para el censo, considera que tenía más sentido preguntar por su raza, a lo que los interpelados podrían haber respondido: blanco, mestizo, indígena, negro u otro.

A estas alturas, el enfado entre grupos de descendientes indígenas ha llevado a la presentación de una querella contra la ministra de Economía y contra el director de Digestyc ante la Corte Suprema de Justicia.

Creo que la presentación de una querella es un paso excesivo. Mi opinión es que es factible crear ahora un registro aparte en el que se reconozca expresamente la presencia de esos pueblos y sus rasgos socioculturales. Y hacer las cosas bien para el próximo censo.

Y para no irme por las ramas, lo único que planteo o que me gustaría que ocurriese es que los pueblos originarios de cualquier lugar se consideren tal y como son y están, no como si sirvieran para estudios arqueológicos o para dedicarse a actos folclóricos o como quiera que se vean. Porque, por fortuna, en países como El Salvador, la población no es homogénea.

Bodegas Terras Gauda


A estas alturas parece bastante claro que la viticultura es un camino difícil, pero excitante si se tiene aguante y se hacen las cosas bien. En Bodegas Terras Gauda, vinos de gran calidad y fina textura los consiguen con el cuidado exquisito desde la viña, que casi vive como una princesa en las laderas del valle de O'Rosal, protegidas del peligroso viento pero a la vista de un sol benefactor. Ese cuidado sólo se lo puede ofrecer la mano y la inteligencia del hombre; las máquinas, gracias a Dios, aún no nos superan.

La bodega cuenta con unas 100 hectáreas, que producen anualmente cerca de un millón de botellas de su estrella, el Terras Gauda, a las que se añaden las del hermano pequeño, Abadía de San Campio, y el Terras Gauda Etiqueta Negra, el único que se hace en barrica y del que producen unas 5.000 botellas. Se incluye en la denominación de origen Rías Baixas, ¡no Albariño!, como mucha gente sigue creyendo que se llama.

Los viñedos se asientan en O'Rosal, casi pegados a la desembocadura del Miño y frente a Portugal, en un paraje con un microclima inusual en otras zonas no muy lejanas. Desde la primera añada de 1990, la apuesta se ha dirigido a lograr un reconocido producto con variedades locales tan auténticas como albariño (80%), loureira (10%) y caíño blanco (10%). El Terras Gauda es ese vino alumbrado desde las cepas autóctonas para hacer comulgar esas uvas que dan un producto sutil que expresa todo desde su aroma.

Secretos de calidad

Ese microclima de sus tierras compensa la baja producción por cepa: calidad constante, factor decisivo o esencial para que una marca de vino sea creíble. Pero es el dinamismo, no sólo de bodegueros y enólogos, lo que quizás ahora llama la atención de un público exigente.

El fruto está ahí: un elevado volumen de exportación, incluso en mercados muy resistentes. Más o menos, el 35% de las ventas se dirigen a Galicia y casi el 40% al resto de España. Fuera, los países que más lo compran son Reino Unido, Noruega, Suiza… y, el mejor, Estados Unidos. Tecnología, marketing y nombre no sirven si el producto cojea.

Puede no ser ese vino blanco francés de 1806 por el que los dueños de un restaurante cacereño pagaron hace pocos años 20.000 euros, pero sí es de calidad, de buena calidad. Es posible que uno de los secretos sea la maceración de albariño, loureira y caíño por separado. Más tarde, la fermentación en depósitos es de unos 40 días. Y eso que la albariño es uva de poco rendimiento: 1 kg no da para una botella, pero las cepas están en espaldera, lo que produce uva de mejor calidad.

El Terras Gauda es un detalle, una frescura para todos los públicos. Hoy es referencia. Mañana, también. Porque es un vino que se recuerda.

Bodegas Terras Gauda
Ctra. Tuy - A Guarda, km. 46. 36760 O'Rosal, PontevedraTf: 986 62 10 01terrasgauda@terrasgauda.comhttp://www.terrasgauda.com/

(Autor: Guillermo Piernavieja
Reportaje publicado en Cruza la Línea)

Restaurante El Séptimo: recomiendo no ir nunca


Inauguro hoy algo que deseaba desde hace mucho tiempo: mi serie de recomendaciones negativas, es decir, lugares a los que recomiendo no ir nunca.

Hace un par de semanas tuve la inmensa fortuna de cubrir para las publicaciones especializadas del grupo editorial en el que trabajo la asamblea de la asociación de supervisores de los mercados de seguros de América Latina, celebrada en Madrid. Falto de fuerzas por tan enriquecedora experiencia (duró cuatro días), me acerqué a comer a un restaurante llamado El Séptimo, en la calle Diego de León. Me atrajeron cuatro cosas para decidirme a entrar: la decoración –se veía agradable desde fuera-, el menú del día y su precio y que parecía un local pequeño. En su web dicen que el restaurante es obra de los creadores de Galette2 y la Casa Escondida. Pues vale, que les cunda, que algún mérito debe tener eso.

Un gran fracaso, era de esperar nada más entrar.

Como suele ocurrir cuando una persona sola se presenta a comer, dudaron en si aceptarme o no porque en la mesa que ocupé cabrían dos personas, es decir, el doble de ingresos aunque yo como el doble de lo que sería deseable. Finalmente me concedieron el gran honor de admitirme y me dieron la peor mesa: en pleno pasillo, con los camareros pasando peligrosamente detrás de mí, siempre a punto de rozarme con los platos que llevaban o de descargarlos en mi extensa cabeza.

La decoración, nada del otro mundo aunque no desagradable. Eso de “cuento de hadas”... un poco cursi, han querido imitar una casa de muñecas en grande. Y la mayoría de las mesas están muy pegadas y sin orden lógico que permita al personal atenderlas correctamente sin molestar.

Pasemos a la comida. Elegí de primero una ensalada griega, de la que no recuerdo más que era en extremo insípida y aburrida de comer. Segundo, algo así como salmón, creo que mi frágil memoria lo ha borrado. De postre, un tiramisú helado, no casero. El precio, unos 12,95 euros sin IVA, muchísimo para lo que echan de comer.

Pero lo peor es la atención y la educación de los camareros/as. Tardaron muchísimo en atenderme y en servirme los platos y casi me tiran por encima lo que semejaba mi segundo plato. Hasta puedo estar acostumbrado a todo eso aunque me sienta mal, sobre todo las esperas.

En el restaurante había un grupo de unos 30 franceses repartidos en varias mesas, jubilados que estaban de visita turística en Madrid. Un presunto camarero, más bien un bulto sospechoso, comenzó a tomar nota de los cafés (el bala tardó unos diez minutos en apuntarlos) para el grupo, haciéndose la picha un lío cuando le contestaban en francés una vez se los llevó: “pour moi”, “pour moi”.

Cuando consiguió resolver su inutilidad pasó por detrás de mí imitando a los franceses, burlándose con un “pour moi”, “pour moi”, osadía que para el resto de camareros/as debió ser muy graciosa porque todos se rieron y le secundaron. Todos los camareros/as eran inmigrantes, así que no sé qué gracia tiene reírse de unos turistas franceses que les están pagando parte de su sueldo y dejan en España buena cantidad de dinero.

Al camarero iluso que inició la comedia a costa de los franceses le pedí una tarjeta del restaurante y el tío va solícito y me la da. Supongo que pensó que yo salía satisfecho y repetiría, no te jode.

Por favor, que nadie pierda el tiempo ni el dinero. Una experiencia muy lamentable. Aquí está la dirección para no acudir nunca:

El Séptimo
C/ Diego de León, 7 (Madrid).http://www.elseptimo.com/

4/6/08

El blog de Carlos Maribona

Quiero recomendar en este post el blog gastronómico ‘Salsa de chiles’, de Carlos Maribona en Abc. Lo recomiendo por bueno, por útil, por oportuno, porque el autor me consta que es un gran gastrónomo con profundos conocimientos. Y un gran periodista de larga trayectoria en Abc.

Tuve la suerte hace muchos años de que Carlos Maribona fuera mi profesor cuando estudiaba Periodismo y yo, que siempre fui de los peores estudiantes, procuraba no perderme una de sus clases. La dirección del blog es:

http://blogs.abc.es/gastronomia

Qué lástima


Me jode mucho. Hace unos días se publicaron en todo el mundo las fotografías realizadas por un equipo de Survival International de un pueblo indígena aislado que ha sido desterrado a la frontera entre Brasil y Perú. También, narran digo yo que con orgullo, fue avistado un miembro solitario de otro pueblo. La foto que tomo de Survival para ilustrar este comentario es obra de Gleison Miranda/FUNAI.

Los ‘expertos’ creen que el grupo ha tenido que huir de Perú y se ha instalado en territorio brasileño, a 5 kilómetros de la frontera, debido a que la tala de árboles en Perú les empuja y, como en Brasil, provoca muertes entre los indios por varias causas.

El problema es que en Bolivia, Perú o Brasil quedan aún pueblos de los que no se tiene conocimiento. Menos mal que Survival cita las declaraciones de un tal José Carlos dos Reis Merielles Júnior, de la FUNAI, la agencia gubernamental para Asuntos Indígenas: "Lo que está ocurriendo en esta región (de Perú) es un crimen descomunal contra la naturaleza, los pueblos indígenas, la fauna, así como una prueba evidente de la completa irracionalidad con la que nosotros, los 'civilizados', tratamos al mundo, casa de todos nosotros".

Survival se supone que lleva a cabo una campaña internacional para defender a los pueblos indígenas, así que me pregunto qué interés tiene molestar a sus huidizos habitantes (en España cuenta con el apoyo de Ana Belén, tiene cojones). En la web de la organización explica Stephen Corry, director de Survival International: "Esto es un testimonio más de que, a pesar de las declaraciones del presidente García y de Perupetro, los pueblos indígenas aislados realmente existen. El mundo necesita despertar en este sentido, exactamente igual que el Gobierno peruano necesita darse cuenta de que su selva está siendo destrozada, y de que sus habitantes más vulnerables están siendo expulsados de su tierra y de su país. A menos que su territorio sea protegido de acuerdo con el derecho internacional, pronto se extinguirán".

No es por ser malo, pero me pregunto qué interés económico hay detrás de todo este asalto a esos pobres indios.

Y no quiero comentar las fotografías tomadas porque me producen pena, mucha.

Decía al principio que me jode eso que llaman hallazgo antropológico por varias razones:

Porque en Brasil y en Perú, entre otros países y pese a los tímidos esfuerzos de cara a la galería, los pueblos indígenas siguen siendo desplazados, aunque parece que ya no mueren a manos del hombre o de las máquinas tanto como hace años.

Porque quizá el aniquilamiento lo han heredado de nosotros los conquistadores, los españoles.

Porque se estima que más de 100 pueblos indígenas aislados sobreviven en el mundo, la mayor parte en Brasil. Pero también en Paraguay, Bolivia, Filipinas, Perú...

Por perseguirlos.

Por fotografiar a sus habitantes desde el aire, para lo que el glorioso equipo de Survival International ha empleado mucho tiempo y vuelos de acoso hasta dar con ellos.

Y porque me gusta saber que en el mundo existen indios no contactados y quiero que sigan así, a su aire, en un mundo mucho mejor que el nuestro.

1/6/08

Clotilde


Nuestra gatita, Clotilde, acaba de cumplir un mes y medio y a mi santa esposa y a mí nos tiene locos.

Patatas bravas

Desde luego existen numerosas recetas para hacer una salsa brava, pero yo me decanto por la siguiente por rapidez y comodidad y porque queda como en los bares de toda la vida, que es de lo que se trata.

Ingredientes

4 patatas medianas
1 cebolleta
2 ó 3 cayenas
1 cucharada de harina
1 bote de tomate triturado
Sal
Aceite de oliva virgen extra

Elaboración

Las patatas se pelan, se lavan bien y se cortan en tacos de tamaño regular. Se fríen en aceite bien caliente.

Salsa brava:

En una sartén o cazuela se pocha la cebolleta troceadita y las cayenas en aceite a fuego medio. Cuando la cebolleta esté pochadita se añade la harina y se dan unas buenas vueltas, con cuidado para que no se queme pero no dejando que quede cruda porque la salsa podría saber mucho a harina.

Se añade el tomate y un poco de sal y se baja un poco el fuego. Se deja unos minutos y cuando veamos que ya liga, que el tomate cobra cierta consistencia, se retira del fuego.

Se tritura la salsa y se echa sobre las patatas ya hechas y saladas.

15/5/08

Coca de pimientos y berenjena

Muy de aquí este plato, maravilloso. Y muy sencillo: lo que más cuesta hacer es la masa, pero no es preciso que quede uniforme y, si se siguen los pasos que doy a continuación, no creará problemas. Yo recomiendo que la masa que haremos primero en el horno esté bien crujiente porque los ingredientes que le añadimos sueltan mucho líquido y puedan dejarla demasiado empapada, blandengue.

Ingredientes

Una berenjena grande
Dos pimientos rojos medianos
Dos pimientos verdes medianos
Tres cebolletas
200 gramos de harina
Un vaso de agua
Sal
Aceite de oliva
Dos cucharadas de tomate triturado (sirve de lata)
Un rulo de queso de cabra

Elaboración

Lo primero que hay que hacer es asar los pimientos, cebolleta y berenjena en el horno: una vez lavados se colocan sobre una placa, se riegan con un chorrito de aceite de oliva y una pizca de sal. Cuando el horno esté precalentado se introduce la placa y se deja unos 40 minutos. Se les puede dar la vuelta al cabo de veinte minutos para que se acaben de asar por todas partes.
Una vez lo saquemos del horno, conviene guardar el caldito que queda en la placa para utilizarlo después sobre la coca. Se pelan los pimientos y se limpian de semillas, también se pela la berenjena –con perdón- y las cebolletas (todo ello se puede dejar hecho incluso varios días, pero en ese caso guardado en un recipiente en la nevera y cubierto con su jugo). Todos esos ingredientes se cortan con las manos haciendo tiras largas.
Para hacer la masa: en un bol amplio se pone la harina, y se le agrega poco a poco el agua, mezclando con una espátula o una cuchara de madera. Se va amasando y se agrega una gotita de aceite y de sal. Se amasa hasta que quede una masa que podamos manejar –que no quede pegajosa porque no habrá quien la despegue- y se deja reposar media hora a temperatura ambiente.
Al cabo de ese tiempo se vuelve a amasar. Acto seguido se espolvorea un poco de harina sobre una tabla de madera y sobre ella se trabaja la masa con un rodillo, o una botella si no tenemos uno a mano, hasta que dejemos una masa fina. Sobre esa masa se extienden las dos cucharadas de tomate triturado y se coloca en la placa, que irá al horno precalentado a 210º.
Se deja unos quince minutos a 180º, según queramos que quede la masa de crujiente.
Sacamos la placa del horno y sobre la masa se ponen las tiras de berenjena, pimientos y cebolleta; todo ello se decora con unas rodajas de queso de cabra, y se riega con un poco del caldo que obtuvimos de hornear las hortalizas. Se introduce en el horno y en unos 10 ó 15 minutos ya tenemos lisa la coca de pimientos y berenjena.

Hostal de Buen Amor


Cuando el viajero al Hostal de Buen Amor tiene una primera impresión al ver el exterior de desencanto, de haberse equivocado, pero ese efecto acaba al traspasar el umbral. El sosegado ambiente del típico caserón castellano se ha respetado al máximo, con los anchos muros de piedra originales del XIX que soportan un interior donde la labor de la madera ejerce ese poder dulcificador a los ojos del huésped, unido a unos escogidos muebles que tornan la estancia en absoluta comodidad y suelos de barro en todo el edificio. Además, en la decoración se ha huido de diseños que nada tienen que ver muchas veces con un sentido de prudencia para un lugar como este.

Los muebles de anticuario de la zona introducen ese sabor reconfortante que invita a acoger unos días de reposo, de reuniones de negocios al fuego de sus chimeneas y bajo las enormes vigas originales... Cuenta con una sala especial para reuniones de empresas que se amplía a todo el salón principal cuando el elevado número de participantes lo aconseje. Entre semana, el hostal al completo suele estar ocupado por empresas que aprovechan para mantener reuniones o incluso unos días de curso de inglés intensivo.

De sus doce habitaciones, la suite -con biblioteca y chimenea independiente- y las abuhardilladas son las más recomendables, con bonitas vistas de la sierra. Todo con el gusto de la austeridad propia de lo rústico, de las estancias espaciosas en la rehabilitada casa señorial.

El entorno acompaña con una estampa de robles, prados y sendas por las que fisgar sin disimulo en la naturaleza.

C/ Eras, 7-9.40170 Sotosalbos, Segovia.TF: 921 40 30 20.
hosbamor@infonegocio.com
http://www.hostaldebuenamor.com/

(Autor: Guillermo Piernavieja
Publicado en Cruza la Línea)

Guía Croacia 2008


La nueva edición de la guía sobre Croacia descubre uno de los mejores destinos vacacionales de los últimos años. Su costa, sus espectaculares paisajes sorteados por parques naturales y un profundo legado artístico, sus bellos rincones y la amabilidad de sus gentes... La guía, eminentemente práctica, brinda información concreta sobre todo lo imprescindible que se debe conocer de Croacia. Incluye centenares de fotografías, ilustraciones y mapas, con detallados itinerarios y rutas panorámicas, además de hoteles y restaurantes y las recomendaciones precisas antes de iniciar el viaje.

El País Aguilar
Colección Guías Visuales

Entrevista con Javier Reverte


"Yo viajo para ser otra vez niño"

Javier Reverte (Madrid, 1944) es un escritor de culto para los amantes de los libros de viajes, pero no todo el mundo sabe que es también novelista. Incluso él se considera novelista antes que autor de relatos de viajes, pese a que tiene buena parte de culpa de que este tipo de literatura haya resurgido en España en los últimos años. Reverte ha viajado mucho, unas veces por su profesión de periodista, por su amor por vivir historias y conocer gente, por desnudar lugares evocadores o por otras razones de las que nos da alguna pincelada.

Sus cuadernos de notas viajan incansables con usted. ¿Qué ha escrito más en ellos, sinsabores, vida…?

JR.- Uso los cuadernos de notas para lo que sirven: para tomar notas sobre lo que veo, lo que escucho y lo que pienso. Sin ellos no viajo.

¿Qué dogmas debemos romper para viajar sin complejos, con qué mirada tenemos que acercarnos a Gide, Greene o Chatwin para lograrlo?

JR.- El primer dogma que hay que romper es la existencia misma del dogma. En cuanto a Gide, Greene y Chatwin, son escritores muy diferentes. Me gustan los dos primeros; Chatwin, muy poquito.

Huir de la monotonía, deseo de conocer otras culturas, escapar de nuestros miedos… ¿Es posible conciliar todo eso con la curiosidad y el afán por acercarnos a la vida de otra gente?

JR.- Pues claro que sí. Los motivos del viaje son siempre diversos, como nuestros sentimientos y nuestros gustos.

"Ya nunca nos volveremos a ver en nuestra vida", le dijo una señora en el Amazonas al despedirse. ¿Qué siente cuando deja atrás nuevos amigos?

JR.- Una melancolía infinita, porque sé que no volveré a verlos. Lo que me dijo esa mujer fue una de las frases más terribles que nunca he escuchado.

¿Qué es el tiempo para usted?, ¿cómo lo detiene?

JR.- El tiempo es inexorable, una fuerza muda, ciega e insensible. Como una bacteria que te devora y al final te mata. Intento detenerlo viajando y escribiendo. Pero me vence.

¿Cuál es el proceso por el que en un viaje se transporta a la niñez?

JR.- Pues simplemente se trata de hacer lo que querías hacer cuando eras un niño. Yo viajo para ser otra vez niño.

¿Cuánta bondad ha encontrado en el camino?

JR.- Muchísima. La mayor parte de la gente quiere ayudarte cuando viajas solo.

¿Qué es la soledad? ¿Y los sueños?

JR.- La soledad puede ser un placer y también una tortura. A mí me gusta, la verdad, quizás porque no tengo demasiada. Los sueños son una forma de sobrevivir.

¿Qué supone para usted el final de un viaje?

JR.- Supone una especie de resaca. Me gustaría que no hubiese final.

La metáfora y el cinismo de la vida nos asaltan en África, en muchos lugares de Asia, del centro y sur de América. ¿Cómo soportar las pesadillas?

JR.- La mejor forma de enfrentarse al horror es mirarlo a la cara y combatirlo como cada uno pueda. Yo, con la pluma.

Es usted crítico con la figura del que se disfraza de 'pescador de truchas'. ¿Qué recomienda para dejar de lado ese personaje que a veces llevamos dentro?

JR.- Eso es una broma que gasto de cuando en cuando, porque opino que cada uno debe de vestirse como le de la gana, ya que se trata de un hecho que no hace daño. En cuanto a llevar dentro ese personaje y combatirlo, no sé que decir: yo no lo llevo, no necesito pelearme con él.

¿Qué poemario llevaría a su viaje más largo?

JR.- La Odisea, desde luego.
(Autor: Guillermo Piernavieja
Publicado en Cruza la Línea)

13/5/08

Con un buen par


Por el interés que va a despertar y por lo afortunadas que me parecen sus declaraciones, reproduzco a continuación la información que acaba de publicar http://www.elmundo.es/.

Y también acompaño, después de la noticia, la nota de prensa de la editorial Temas de Hoy sobre la concesión del premio .

13/05/08
http://www.elmundo.es/

El cocinero Santi Santamaría declara la guerra a la 'nueva cocina' y a los chefs pretenciosos

EUROPA PRESS
MADRID.- 'La cocina al desnudo', del cocinero Santi Santamaría, ha ganado la primera edición del 'Premio de Hoy' de ensayo divulgativo, convocado por la editorial Temas de Hoy y dotado con 60.000 euros.

El fallo, anunciado en un acto presidido por el ministro de Cultura, César Antonio Molina, reconoce una obra que intenta responder a diferentes preguntas relacionadas con la cultura gastronómica mediterránea.

En su discurso, el autor ha denunciado el peligro que supone para la salud el uso de sustancias químicas en altas dosis, dentro de la denominada 'nueva cocina', criticando sus métodos e ingredientes, así como a los cocineros "pretenciosos" que "dan de comer a sus clientes platos que ni ellos mismos comerían".

Su libro, subtitulado como 'Una visión renovada del mundo de la gastronomía' y que se publicará el próximo 27 de mayo, denuncia el ocaso de la cocina doméstica y la proliferación de la "cocina-espectáculo", que utiliza ingredientes y métodos industriales en detrimento de la calidad y la naturaleza de los productos.

"Si se trata de tener experiencias imaginarias, esto ya lo logran las pastillas y las drogas", ha indicado Santamaría, quien asimismo critica el uso de biocombustibles "que están dejando que una parte de la humanidad se muera de hambre".

'Divorcio conceptual y de ideas' de Ferrán Adriá

"El cocinero no debe legitimar o acallar formas de comer que no son acordes con los hábitos alimentarios saludables", declara el ganador, cuyo lema, "cambio chef por tomates frescos", defiende la calidad y critica el "exceso de manipulación de los productos".

"¿Cómo es posible que productos que no son aconsejables para la salud se estén consumiendo en buena parte de los restaurante más importantes de este país?", se pregunta el cocinero.

Santi Santamaría también arremete contra cocineros como Ferrán Adriá, con quien dijo existe un "divorcio conceptual y de ideas" que se manifiesta en los ingredientes y en la forma de cocinar, ya que la comida es sinónimo de "convivencia", "compañía y respeto por el mercado y por sus productores".

El cocinero ha declarado que el dinero obtenido por ganar el premio lo reinvertirá en "mejorar las pautas alimentarias de la sociedad" y en la mejora de la alimentación en un sentido amplio.

Santamaría nació en 1957 en Sant Celoni (Barcelona), donde inauguró junto a su esposa el restaurante 'El Racó de Can Fabes' en 1981, que cuenta con tres estrellas de la Guía Michelin.

Es colaborador de varios medios de comunicación y autor de diversos libros. El pasado año publicó el recetario '101 recetas para casa' y 'El gusto por la salud', en el que apostaba por la dieta saludable.

NOTA DE PRENSA
Editorial Temas de Hoy

LA COCINA AL DESNUDO de SANTI SANTAMARIA

¿Asistimos al ocaso de la cocina doméstica y al imparable declive de la cultura gastronómica mediterránea?
¿Es la «macdonalización» de los hogares e incluso de los grandes restaurantes un proceso imparable?
¿Debemos sentirnos orgullosos de una cocina, la molecular o tecnoemocional abanderada por Ferran Adrià y su cohorte de seguidores, que llena nuestros platos de gelificantes, estabilizantes y emulsionantes de laboratorio?
¿Cómo pueden los grandes cocineros imprimir una dimensión ética a su labor?

A éstas y otras preguntas intenta dar respuesta Santi Santamaria, el cocinero español con más estrellas Michelin, en un libro atípico y sugerente, sin recetas mágicas, salpicado de recuerdos y referencias personales y profesionales, escrito al margen de las modas imperantes y contra la cocina-espectáculo por alguien que lleva toda la vida pegado a los fogones y que, por encima de todo, siente un extraordinario amor por la cocina mediterránea. Con él se pretende estimular el diálogo, abrir un debate público sobre el futuro de nuestra gastronomía y agitar las conciencias de una anestesiada ciudadanía que, en muchos casos, y en opinión del autor, parece haber renunciado tristemente a la calidad y al gusto por la comida.

11/5/08

Setas con sepia acompañadas de tallarines al basílico

Otra barbaridad de mi santa mujer. Yo creo que disfrutó mucho cocinando ese día y más comiendo. Y el menda, para qué contar. El nombre del plato es bonito y tiene una fácil explicación que la mezcla de setas y sepia se acompañe de tallarines al basílico: que casan perfectamente en la boca. La prueba es coger un buen tenedorazo de setas, sepia y pasta, y a la andorga.

Las setas pueden ser de cardo, aunque permiten la posibilidad de utilizar las que más nos gusten.

Y para unos buenos tragos, un tintito de Toro esta vez: Estancia Piedra, Cañusverus, Gran Cermeño... Pero seguro que sorprenderá este plato con un cava. Sí, cuando se habla de maridajes aún no se tienen mucho en cuentas los cavas, pero uno bien seco irá estupendamente. Lo prueben ustedes.

Ingredientes (4 personas)

Dos sepias medianas
Medio kilo de setas
400 gramos de tallarines al basílico
Dos cebolletas
Dos dientes de ajo
Medio vaso de vino blanco o de brandy
Un buen puñado de nueces o almendras picadas
Dos cucharadas de aceite de oliva
Dos hojas de laurel
Dos litros de agua
Sal

Elaboración

En una cazuela se pochan la cebolleta y el ajo a un tiempo. Entonces se echa la sepia, se deja unos 5 minutos, y se agregan las setas; todo ello, removiendo de vez en cuando, se deja a fuego medio 10-15 minutos.

Cuando haya pasado ese tiempo se riega con el vino o brandy y se mantiene en el fuego otros 15-20 minutos. Se echan por encima las nueces o almendras picadas y ya está listo.

Al tiempo que hacemos todo ello se ponen a hervir los dos litros de agua con el laurel, un chorrito de aceite y un puñado de sal. Cuando empiece a hervir se introduce la pasta y se mantiene unos 10 minutos.

A la hora de servir, en el plato se reparten las setas con sepia y se acompaña de la pasta.

Patatas con sepia

¡Menos mal que a mi mujer ni le gusta comer ni cocinar! Si le gustase estaría yo más orondo de lo que ya estoy, pero casi es mejor que se prodigue lo justo, así la gloria siempre la acompaña, y a mí. Es una santa y cuando se mete en la cocina a crear yo deambulo intranquilo porque sé que algo bárbaro acabará pasando por mis fauces. Se me saltan las lágrimas con la espera.

Mis mejores recuerdos –al margen de personas amadas- son de comidas, a lo mejor es que soy así de primitivo. Me vienen a la memoria ciertos platos y el gozo me invade. Por eso cuando veo que mi santa empieza a trajinar y prepara algo como estas patatas con sepia soy capaz estar varias horas sin comer para hacer hueco y que me entre más y más.

El propietario de un restaurante magnífico, Las Llaves –en Marchamalo, dentro de poco hablaremos de él-, me decía que la gente no va a un restaurante a comer: va a celebrar algo, a pasar un rato con unos amigos, a invitar por lo que sea... le dije que tiene razón salvo en mi caso, para mí comer está por encima de todo y, si por mí fuera, estaría prohibido hablar en los restaurantes mientras un plato esté en la mesa. Y las patatas con sepia se deben comer también en silencio. ¡Gracias santa!.

Ingredientes (4 personas)

Dos sepias medianas o 400 gramos de sepias pequeñas
Tres patatas medianas
Tres cuartos de litro de caldo de pescado
Una cebolla y media
Una cucharada de aceite
Sal
Para el majado:
Dos dientes de ajo
Un pelín de pimienta
Un pelín de azafrán
Un pelín de pimentón


Elaboración

Antes de empezar conviene tener a mano un caldo de pescado –o hacerlo en un periquete-, digamos que unos tres cuartos de litro.

En una cazuela amplia se echa el aceite y cuando esté caliente se pone la cebolla a pochar a fuego medio. Cuando esté casi transparente se añade la sepia cortada en trozos regulares si utilizamos sepias grandes (o enteras si son de las pequeñas). Se deja a fuego medio unos 15 minutos.

Mientras tenemos la cazuela en el fuego se puede ir preparando el majadito mezclando el ajo, pimentón, azafrán, pimienta y 2 cucharadas de agua. Cuando han pasado esos 15 minutos se echa el majado sobre la sepia y se deja cocer otros 5 minutos. Sobre todo ello se añaden las patatas cortadas en daditos y se mantiene en el fuego otros 5 minutos.

Toda la mezcla de la cazuela se cubre con el caldo de pescado y se deja cocer 30-35 minutos a fuego, hasta que la patata esté blandita. La cantidad de caldo o de reducción en la cazuela depende de cómo queramos que quede, sin con más salsita o menos. Hay que ir probando al final cómo está de sal. ¡Y a por la cuchara a gozar de las creaciones de mi santa!

Sopa de ajo

María Teresa es mi santa madre y esta receta es cosa suya. La sopa se hace en unos pocos minutos, es muy sencilla y para el frío del invierno en la noche de las tierras zamoranas es gloria bendita. A mi abuela le encantaba que mi madre se la hiciera para cenar en Semana Santa o en alguna noche así de frío contundente. Es un buen recuerdo asociarlo.

Hace tiempo fui de viaje a León un mes de febrero. Estaba solo y después de dar un buen garbeo por el Barrio Húmedo llegó la hora de cenar. Mi mujer había estado tiempo atrás y me recomendó que fuera a un restaurante que se llama la Bodega Regia. Allá que me encaminé. Como digo, estaba solo y era momento de darme un homenaje con un par. Eché un vistazo a la carta y lo tuve claro: pedí al camarero una sopa de ajo de primero, una cazuela de callos de segundo y una botella de vino del Bierzo. ¡Cómo me puse Dios mío, cómo lloré de gusto! Ese cenote tengo que repetirlo algún día. Luego me fui dando un paseo para ir a dormir al Parador y, creo, los ronquidos que pegué aquella noche aún resuenan entre los muros donde estuvo encerrado Quevedo.

No me quiero desviar, ahí va esa brutal sopa de ajo de mi madre!

Ingredientes (4 personas)

Un litro y medio o dos litros de agua
Cuatro dientes de ajo
Una barra de pan duro
Dos buenas cucharadas de pimentón (dulce o picante, da igual)
Sal
Dos cucharadas soperas de aceite
Un puñado de cominos

Elaboración

Lo primero es machacar los cominos en un mortero y así los tenemos preparados para cuando toque añadirlos. También dejamos el pan duro cortado en rebanadas finas.

En una cazuela amplia se pone el aceite y cuando esté templado (sin humear) se echan los ajos. Teniendo cuidado para que no se quemen, porque de lo contrario amargarían un poco la sopa, cuando los ajos estén doraditos se añade el pimentón y se dan unas vueltas para que no se queme –también amargaría- y rápidamente se añade ya el agua, la sal y el comino machacado.

Se deja que hierva sólo unos cinco minutos; se apaga el fuego y se añade el pan. Se deja unos segundos que se cueza y ya tenemos la que para mí es una de las mejores sopas de este mundo.

También se le puede añadir huevo o jamón. Si se echa jamón, se fríe lo primero con los ajos.

20/4/08

Puerto Rico, hijos de la madre patria


Sin rastro de eso que llaman síntoma de la clase turista se planta uno en Puerto Rico para disfrutar y sudar a partes iguales. Dicen aquí con coña que tienen la temperatura más fría del mundo, porque para plantar cara al calor exterior los aires acondicionados funcionan a tal potencia dentro de los edificios que, desde luego, hace un frío intenso.

En realidad, Puerto Rico es como otras islas caribeñas, pero a mí me transmite más serenidad y orden. Hace muchos años Ramón Rivas, uno de los mejores jugadores de baloncesto que ha dado la isla y cien veces mejor persona, me contaba que son y se tienen que sentir privilegiados por su situación si se comparan con otras islas cercanas como Cuba, Haití o República Dominicana. Ramón, que jugó muchos años en España, se convirtió en un tío triste y solitario porque le faltaba la sangre de su Puerto Rico, era un campeón muy lejos de casa.

Y aquí es donde por primera y única vez me han dicho que España es la madre patria, que es un orgullo ser hijos de esa madre, ¡cómo no vamos a querer a España, todos procedemos de allá!, dice el bueno de Gus. Hijos de la madre patria como ya en ningún lugar, ni en la Argentina se escucha algo parecido a estas alturas.

Ser estado libre asociado a Estados Unidos desde luego les reporta las ventajas y obligaciones de ser ese estado cincuenta y uno que no acaba de ser, sin dejar de ser el Puerto Rico amable. Aquí viven casi cuatro millones de personas pero en Estados Unidos es difícil de calcular, aunque tampoco existe la necesidad de huir como desde otros lugares, por eso decía Ramón que son privilegiados y por eso hay tantos aires acondicionados. Para qué van a huir, no tiene misterio entrar y salir de Estados Unidos, a menos de tres horas de Miami y sin casi limitaciones.

Hay que tener en cuenta que los meses de nuestro invierno tradicional son en Puerto Rico los más templados, que no fríos, y los paseos y visitas son agradables. El resto del año hace mucho calor, con una temperatura media de 30º y una humedad relativa de casi el 100%, así que es corriente que los no acostumbrados y generosos en carnes sudemos a base de bien y en algún momento estemos un poco apagados. Y en cuanto nos metemos en un local cerrado con el aire acondicionado a toda pastilla el contraste puede derivar en escalofríos, mocos varios y estornudos. No es un inconveniente, ni mucho menos.

De pronto en el horizonte se observa una inmensa cortina gris y en poco tiempo cae una lluvia que no suele durar mucho y en el momento refresca, pero cuando se va y empieza a salir como un vapor sofocante de todas partes conviene encerrarse en un lugar bien fresquito a tomar una cerveza helada, porque de verdad parece que el cerebro se da de sí y quiere salir por el resto del cuerpo en forma de gotas de sudor intratables. Pero es Puerto Rico y tampoco hace más calor que en otros lugares de este mundo. Sin el calor y la amenaza de huracanes durante algunos meses, aunque no tan duros como en otras islas del Caribe, sería como vino sin alcohol. Y no valdría nada sin esas playas numerosas y bellas; ahora, para bellas, sus mujeres. Tremendo, que yo haya visto, puertorriqueñas y venezolanas son las más guapas cuando son guapas. ¡Qué isla!

Cambiando de cuento para apagar ardores, algunos de los mejores jugadores de golf del mundo han diseñado buena parte de los casi treinta campos de juego de la isla. Puerto Rico es la mejor isla caribeña para disfrutar de ese deporte, dicen, porque un servidor nunca lo ha practicado ni piensa hacerlo. Pero sabedor del tirón del golf, creo oportuno contar que hay campos al borde del mar (me pregunto qué pasa si la bolita cae al agua) y en el interior, en complejos hoteleros de lujo. El clima subtropical ayuda a que los campos siempre estén verdes. En alguna parte citan el Hyatt Dorado Beach y el Wyndham El Conquistador como los mejores complejos con campos de golf.

El Viejo San Juan

Puerto Rico es la menor en extensión de las Antillas Mayores. Vivió el inicio de la colonización española allá por 1493. La llamada área metropolitana muestra hoy esa armonía bien entendida entre su parte histórica y la modernidad importada de Estados Unidos. Pero ese Viejo San Juan tan ameno y bullicioso es puro estilo colonial, un casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por una sapientísima restauración que hoy lo muestra perfecto.

Calles estrechas y empinadas, de casas profundas y balcones de hierro forjado. Y adoquines azules, sí, traídos por los españoles, el empedrado aún subsiste y el que no lo ha conseguido ha sido restaurado: con los años los adoquines han adquirido un color azul de tiempo y humedad, azul de verdad.

Cerrando la bahía, lo que hoy forma el casco viejo era el mejor lugar para situar un bastión militar, la fortaleza de San Felipe del Morro, poderosa en su denominación desde lo alto, con sus muros mil veces golpeados y, a veces, expugnables. Sucesivamente reconstruido, se eleva hasta 45 metros y su interior es un digno laberinto, incluidos calabozos, túneles y pasajes secretos. Y la Puerta de San Juan, de infranqueables hojas de madera, que servía para cerrar el paso a invasores.

A escasa distancia se encuentra La Fortaleza –también Palacio de Santa Catalina–, residencia oficial del gobernador durante siglos, edificada hacia 1540 sobre la parte baja de una colina como primero de la serie de edificios de protección. Pronto dejó de servir como fuerte militar y se pregunta el visitante ante la verja que la separa apenas unos metros de las calles por qué pasó a ser residencia del gobernador: por las mejores vistas que dominan el puerto de San Juan, porque también es Patrimonio de la Humanidad, por sus jardines y sus muros blancos y columnas, y su fachada pintada entre lila y azul claro. Y dentro exhibe un despliegue de cuidadas salas –alguna demasiado recargada– donde el gobernador, ahora Aníbal Acevedo, recibe a los chicos de la prensa. Los asuntos serios de la isla se tratan en El Capitolio, donde se muestra el Acta de la Constitución de Puerto Rico de 1952.

Cuatrocientos años de soberanía española acabaron con los taínos, los que gobernaban la isla antes de la llegada y de los que se cree que no queda ni un solo descendiente. Queda el recuerdo en los libros y en dibujos bien archivados; también hay recuerdos de un Pau Casals maestro que dejó un gran legado a sus amados puertorriqueños –se puede visitar su museo–, y la maravillosa Catedral, un ejemplar de arquitectura de rara belleza en pleno Caribe donde se guardan los restos de Juan Ponce de León, y una memorable escalera circular. Justo enfrente se asienta el Hotel El Convento, con un excepcional restaurante, que en el XVII fue convento carmelita.

Algo apartadas del centro aparecen las zonas hoteleras y turísticas de Condado e Isla Verde, ésta con la inmensa playa Blue Flag. Son las áreas de casinos, centros comerciales, restaurantes y locales nocturnos. También cerca de San Juan están las localidades de Bayamón, Río Piedras, Cataño y Carolina –aquí está el aeropuerto Luis Muñoz Marín–.

El Yunque y la zona este

Muy cerca de Río Grandes se distribuye el Parque Nacional de El Yunque, un auténtico bosque tropical también conocido por Bosque Nacional del Caribe o, a secas, el Yunque. Hasta la cascada de La Mina o de La Coca, los senderos discurren por barrancos, helechos y multitud de flores. También de fauna autóctona: el símbolo de Puerto Rico, la ranita coquí.

Una tarjetita de propaganda que regalan con una minúscula coquí de una pulgada de largo (ni idea de cuánto es eso pero equivale a la yema de un dedo, para aclararnos), de piel suave y casi transparente que cambia de color. Cuentan de ella que “su nombre se deriva del sonido de su melodiosa canción, que arrulla a niños y adultos en los campos de Puerto Rico”. Y su canto es aún más bello después de la lluvia.

Un poco más al este se sitúa Fajardo, uno de los lugares habituales como puerto deportivo y conocido por los mariscos frescos de sus restaurantes. La playa de Seven Seas es una de las más fotografiadas por su arena blanca y palmerales, y pegado a ésta la reserva natural con el faro del siglo XIX aún en funcionamiento.

Aquí no se encuentra la poesía perdida antes de venir, pero disfrutar de la soledad en compañía merece unos días. A sólo una decena de kilómetros de Fajardo surge Vieques, conocida a su pesar por la presencia de la Marina estadounidense. No tiene nada que ver esa presencia con la realidad de que hace siglos fue escondrijo de piratas, quienes seguro que vieron ya en el XVII la Bahía Bioluminiscente, una reserva muy protegida en la actualidad que se visita en paseo nocturno. Y al norte de Vieques la otra isla famosa, Culebra, también refugio de piratas y base naval norteamericana. Buceadores se recrean con sus corales y peces –y tortugas–, y paseantes con paisajes y playas.

Por fin, Ponce

La segunda ciudad en importancia y población de la isla es bien conocida por señorial, algo independiente del resto, con una cuidada fisonomía que se llena de ponceños a última hora de la tarde, una tradición de disfrute de la ciudad, de su Plaza de las Delicias y de su prosperidad. Cuna del ron Don Q, su riqueza secular gracias al comercio y a la agricultura hizo de Ponce en el siglo XIX una rica población que se tradujo en elegantes edificios y en la vida cultural, con hasta dos mil edificios históricos que continúan en pie.

Ponce es modelo de arquitectura y de labores de rehabilitación en la zona monumental, con todos los estilos en sus edificios civiles. Partiendo de la Plaza de las Delicias, el auténtico centro de la ciudad, el Museo de Bombas –guarda un pequeño parque de bomberos, de ahí lo de bombas– es una de las referencias por su colorido pabellón de madera. Justo detrás está la Catedral de la Guadalupe, levantada hacia 1830 pero reconstruida un siglo más tarde tras acumular daños por temblores de tierra.

Una de las visitas más recomendadas es al Museo de Arte por la que se considera la mejor colección de arte europeo de todo el Caribe y de artistas puertorriqueños, con más de un millar de pinturas. El edificio en el que se ubica fue encargado a Edward Durrell, arquitecto del MOMA de Nueva York. La otra es al Castillo Serrallés, la mejor exposición de la arquitectura y la tradición de Ponce. Una mansión levantada por terratenientes, los fundadores del mejor ron de la isla, refleja una mezcla de posrenacimiento inspirado en el arte árabe español pero con dimensiones desproporcionadas.

A través de las salas y alcobas del castillo se aventura el viajero en el puro ambiente colonial que ha marcado la tradición de la señorial Ponce, de una parte de la historia de la privilegiada isla que nunca será virulenta, ronca ni inquietante. Ni Manchuria ni Myanmar, Puerto Rico es tan dispar como cercano, querido por siempre por ser hijos de una madre patria en cuarentena.

‘A las rocas’

Don Q, Barrilito y Bacardí son los tres rones fabricados en Puerto Rico. Aquí se toman ‘a las rocas’, es decir, con hielo, para mitigar por las noches el calor húmedo que invita a un baño en ese mar caribeño de agua templada. Después de una cena en restaurantes soberbios, como El Covento, es cuando el ron ‘a las rocas’ entra mejor, y si se nos va la mano podemos acabar cantando el bello himno de Puerto Rico, ‘La Borinqueña’: “La tierra de Borinquen donde he nacido yo es un jardín florido de mágico primor. Un cielo siempre nítido le sirve de dosel y dan arrullos plácidos las olas a sus pies. Cuando a sus playas llegó Colón exclamó lleno de admiración ¡Oh!, ¡Oh!, ¡Oh!, esta es la linda tierra que busco yo. Es Borinquen la hija, la hija del mar y el sol, del mar y el sol, del mar y el sol, del mar y el sol, del mar y el sol”.

Himnos y abrazos aparte, en cualquier lugar se puede degustar la comida local y casi toda la cocina internacional, magníficamente fusionada. La mejor comida criolla se sirve en la treintena de mesones –con su certificado de calidad– repartidos por toda la isla. Es una mezcla de las influencias taínas, españolas y africanas, que conjuga frutas y vegetales, arroz, carne y aves y, por supuesto, mariscos. Los nombres de los platos son tan cantarines como mofongo, tostones, surullos, alcapurrias o asopao.

Direcciones
Oficina de Turismo de Puerto Rico en España
C/ Serrano, 1. 2º izq. 28001 Madrid
Tf: 91 431 21 38
http://www.gotopuertorico.com/

(Autor: Guillermo Piernavieja
Reportaje publicado en Cruza la Línea)

18/4/08

Risotto con setas

Un buen risotto, además de ser excelente si está bien hecho -o detestable si queda hecho una plasta-, apaña una comida el típico día que alguien nos llama para decir que si le invitamos y nos descoloca porque tenemos pocas cosas en la nevera. Y es un plato muy sencillo de elaborar, no tiene mucho misterio: sólo consiste en tener paciencia y un poquito de dedicación para que quede meloso. Qué bonito, para que quede tan meloso como yo cuando veo una película romántica que termina en boda o noviazgo.

Lo bueno del arroz es que en sus múltiples versiones acepta casi de todo, y llena. A mi mujer y a mi madre les gusta mucho, pero a mi suegra le encanta y cada vez que va a Italia sería capaz de tomarlo en cada comida. Para beber yo aconsejo un vino blanco, pero incluso dentro de los blancos una mala elección puede ser definitiva para cargarse tanto vino como arroz. Lo he probado en Italia acompañándolo con cerveza y no le va mal, si es suave y está muy fresquita. Pero si hacemos un risotto con setas, yo lo tomaría con un blanco de Rueda porque la uva verdejo realza el espíritu y cualquier plato. También le iría a la perfección, por ejemplo, un Viñas del Vero por su sabor largo e intenso. Si el risotto lo cocinamos con sepia, pulpitos, algún marisco o pescado, un Terras Gauda o un Pazo de Señorans o un Ribeiro casarían con mucha naturalidad.

Por cierto, las setas mejor que sean de tamaño medio. Recomiendo no utilizar champiñones ni setas de cardo porque no aportan nada; tampoco fredolics porque son muy pequeñitas. Lo dicho, unas setas medianitas variadas le irán divinamente. Y en cuanto al arroz, el bomba no va mal pero hay que tener mucho cuidado porque absorbe demasiada agua, lo he comprobado hace unos días. Un arroz del que llaman normal es perfecto, pero nunca basmati, integral ni experimentos varios porque podemos cargarnos el plato.

Hace poco leí que unos periodistas que se entrevistaron con Francisco Ayala le invitaron a comer a un restaurante italiano. Ayala, con un par, llamó al camarero para que urgentemente les trajera una botella de vino y luego pidió un risotto. Si a sus más de cien años puede hacerle frente a un plato así, nosotros también podemos tener esa actitud frente a la vida.

Ingredientes (4 personas)

350 gramos arroz
150 gramos de setas medianas
Queso parmesano
Una cucharada y media de mantequilla (o aceite, si se prefiere)
Una cebolla mediana
Un poquito de sal
Unos 2 litros de caldo
Un diente de ajo (si se quiere)
Un buen vaso de vino blanco

Elaboración

Uno de los secretos de los arroces es el caldo que se utilice, así que para hacer nuestro risotto con setas antes debemos tener uno con sustancia, de verduras o de ave, por ejemplo. Y mejor tener a mano unos dos litros porque el arroz hay que regarlo poco a poco.

Lo primero es poner en una cazuela bien amplia la mantequilla y derretirla para hacer en ella la cebolla despacio, hasta que quede transparente y siempre sin que se queme. También se le puede añadir un diente de ajo picado muy fino, pero es opcional.

Una vez tenemos la cebolla pochada se sube el fuego y se agregan las setas; cuando están casi hechas se añade el arroz y se remueve durante unos minutos para que se tueste pero con mucho cuidado para que no se queme y, por tanto, para que no se pegue al fondo. Se añade vino y se deja evaporar –seguimos removiendo-, e inmediatamente se cubre con el caldo. Lo mejor es dejar que el arroz se haga a fuego medio-bajo y dándole vueltas sin miedo, porque al contrario que la paella, el risotto hay que removerlo a base de bien. Y que no hierva, pero sobre todo que nunca se quede sin líquido porque estamos perdidos. Dependiendo del arroz que utilicemos tardará unos veinte minutos, o más si removemos casi sin parar. Se prueba entonces qué tal está de sal y el punto del arroz, que nos tiene que quedar al dente. Antes de que esté hecho se añade el queso parmesano rallado o picado finito, yo diría que un taco de un par de dedos es suficiente. Se sigue dando vueltas y notaremos cómo ha espesado.

Cuando el arroz esté al dente se separa del fuego y se deja reposar sólo un par de minutos, porque si lo dejamos más se seca y se convierte en una plasta empalagosa, insufrible. Recordad que es muy fácil y con unos pocos pasos: rehogar, regar, remover y disfrutar.

Bodega Estancia Piedra


Hace ya dos décadas que las cosas cambiaron en Toro. Los vinos duros, ásperos, elaborados a la antigua con muy poco tacto, empezaron a pasar a la historia. Coincidiendo con el inicio del conocimiento del vino por el público, los bodegueros se dieron cuenta de que tenían que modernizarse y tratar el producto con un toque de arte porque las demás zonas vitivinícolas les cobraban una gran ventaja. Y porque sus vinos eran malos, en eso no hay duda.

La mejora es ya patente en vinos tan excelentes como el Numantia, de un pueblecito muy cercano a la ciudad de Toro, pero hay otras bodegas que han surgido en estos años aprovechando viñedos centenarios donde el consumo del vino se quedaba desde siempre en casa del agricultor. Es el caso de Estancia Piedra, que ha aprovechado las tierras de toda la vida para ir creando caldos que mejoran de cosecha en cosecha.

El sueño de un tal Stein

Grant Stein tiene un curioso sendero personal, pero baste con decir que es un británico enamorado del vino y de España que ha recorrido el mundo en busca del lugar ideal para su sueño. Lo encontró en 1998 en las tierras cercanas al Duero, a muy pocos kilómetros de Toro, el viñedo con el que quería elaborar su propio vino. Construyó la bodega y dio vida a un viejo viñedo en una de las laderas de estas tierras que antes protegían miles de árboles, muy cerca de lo que hace décadas fue el río Guareña.

Son parajes muy calurosos en verano y muy fríos en invierno, y tierras con condiciones para ofrecer una buena calidad.

Aprovecha las cepas del Pago de Paredinas y las del Pago de Bocarraje, éstas de unos cuarenta años. La vendimia, por tanto, tiene que ser manual, y acto seguido comienza el proceso en instalaciones dotadas de alta tecnología y un severo control de calidad, con el que Estancia Piedra es capaz de desechar tanto la uva como el caldo que no alcanza su listón.

Stein es un magnífico conocedor de la importancia de un proceso completo y por eso lo ha impregnado a todo su sueño toresano. Se decidió por esa zona de Zamora por muchos motivos, entre ellos el gran potencial de expansión de la Denominación de Origen Toro y de la uva autóctona, la variedad Tinta de Toro.

Sus vinos son todos muy logrados, hasta los blancos de uva verdejo. Entre los distintos destacan el Paredinas 2001, de muy escasa producción; el Crianza 2002, bastante elegante; Azul 2006, sin crianza en barrica, que ofrece toda la fuerza de Tinta de Toro; Lagarona 2001, interesante mezcla de la uva autóctona con la Garnacha; y el Selección 2000, de gran personalidad.

Estancia Piedra
Carretera Toro-Salamanca, kilómetro 5.
49800 Toro (Zamora)
Tf: 980 693 900
http://www.estanciapiedra.com/
info@estanciapiedra.com

(Autor: Guillermo Piernavieja
Reportaje publicado en Cruza la Línea)

La cebolla como principio

La tabla bien limpia. El cuchillo 3 Claveles, por supuesto, perfectamente afilado. Y la cebolla, claro, durita y jugosa, de tamaño regular, lista para ser cortada y empezar a desprender sus sorprendentes y puñeteras propiedades. Para hacer llorar antes y, si lo conseguimos, una vez elaborado el plato que nuestra cebolla ha de beneficiar.

La cebolla viene a ser el principio de mi cocina particular porque es siempre presagio -salvo metedura de pata- de una maravillosa comida. Por eso la primera entrada del blog tenía que ser, sin duda, un brevísimo homenaje a la cebolla y a mi querido Neruda, al poema que escribió de bien jovencito. Ahí va:

ODA A LA CEBOLLA
Pablo Neruda (Odas elementales)


Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.

Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.
También recordaré como fecunda
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándote fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios de un tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.

Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta
en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuanto existe celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada

y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.